lunes, 25 de junio de 2012

De ciudadanos, súbditos y tiranos (parte II)


La revolución porcina ha comenzado, hoy me han llamado españolista, véase nacionalista español… y es que algunas cosas se confunden oiga, a mi las banderitas me molan no lo voy a negar, siento curiosidad del porqué ciertas sociedades humanas acaban identificándose con algo que básicamente es un trapo en un palo, ¿o es que a caso los franceses son rojos, blancos y azules? En ese caso serían como holandeses, rusos, eslovenos, serbios… o es que acaso el rojo significa la sangre… pero no tiene porque ser de tu enemigo, a lo mejor es del paño de la parienta menstrual, en fin esos trapos que llamamos señeras o banderas tienen el valor que cada uno le quiera dar, españolista…

Pues bien me siento a gusto de haber nacido en España y no en Ruanda, pero no estoy orgulloso ni de mi país ni de mi nacionalidad, de hecho estoy bien asqueado de las dos, pero si hay algo que creo que vale la pena defender, es el Estado de derecho, la democracia, la sociedad del bienestar en un marco de convivencia en un espacio cultural rico y más o menos próspero y sobretodo tolerante, porque cuando los hablantes de una lengua ponen barreras a los hablantes de otra en un mismo espacio de convivencia, los resultados suelen ser feos, o sea la discriminación de una de las partes, y es que a veces nos olvidamos de que el Estado de bienestar ha de gestionar y promover básicamente el bienestar y para eso ha de haber paz social, convivencia interlingüística e integración de las partes en un espacio común.

El problema es cuando malinterpretamos la palabra “integración” con “sometimiento”, muchos regímenes en España lo han hecho y obviamente no lo han conseguido, he dicho “sometimiento”, no “exterminio” que son palabras bien diferentes y con una carga emocional distinta, podría ponerme a dar ejemplos de las hazañas del nacionalismo orgánico en la Europa del siglo XX, pero lo dejo para otra entrada, lo que vengo a decir es que para que exista convivencia en una sociedad plural ha de haber un entendimiento mutuo y un sentimiento de ciudadanía común (me refiero a algo más lógico que el hooliganismo patriótico de ciertos sectores) básicamente son las ganas de prosperar, comer,  procrear, hablar, asociarse, votar, estudiar, beber, trabajar… y para que eso exista sin enfrentar a la sociedad, mediante la creación de artificiales divisiones étnicas debe existir bilingüismo, no entendido como la capacidad de los individuos de hablar diferentes lenguas con indiferencia, que también, si no de entenderlas y asumirlas como parte de la cultura de uno, sin necesidad de cambiar de registro.

Hay quién dice que cuando uno renuncia a su lengua materna para comunicarse está subyugado, yo soy de los que opina que sencillamente se está comunicando, pero que si no hay necesidad de cambiar de registro… mejor, todos felices, contentos y a tener hijitos bilingües y que también sepan inglés.





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