lunes, 14 de enero de 2013

La profecía teleco



Hace unos días presencié un debate entre eminencias académicas de la ingeniería. Anonadado observaba y escuchaba (raro en mi, eso de escuchar). La sala de conferencias era la Tasca Olivense y birras en mano, mis colegas, debatían sobre la repercusión de su trabajo en el mundo, mientras depredaban las almendras tostadas del mixto de frutos secos. Increíble.


Uno que está de prácticas en Irlanda, comentaba que habían colocado un programa tipo excel a la Ford de Almussafes, para optimizar el rendimiento de la factoría, gracias a su labor, unos 20 carreteros se habían ido a la calle. Otro que ya lleva unos meses en Alemania y deduzco, que solo veremos por navidad durante unas décadas, resucitando el espíritu ludita, comentaba que poco a poco los humanos sobramos en la mayoría de los puestos de trabajo, ya que las máquinas están llamadas a sustituirnos. 



Comenzaron a poner ejemplos, el más vistoso era el de las autopistas, como decía un tercero. Antes, tropecientos trabajadores repartidos por toda la geografía, te cogían el billete, les pagabas y te daban el cambio o el recibo de la tarjeta, lógicamente no tardaron en aparecer los peajes automáticos de tarjeta, luego el chip, gracias al cual el cliente no tiene ni que parar... total, que al final lo que menos hay, son los cobradores de peaje. Pero según estos ilustrados personajes, los beneficios brutos de dichas empresas son mayores, mientras la plantilla es menor de una cuarta parte, de lo que era hace un año y medio...
Muy gráfico ¿no?

Mediante estos planteamientos, alcohol y cacahuetes, llegaron a la conclusión de que cada vez va a haber menos empleo,  los empresarios, accionistas y directivos van a tener mas parte de la tarta, y que los causantes de todo eran ellos mismos, los ingenieros, ya que hasta los de limpieza serán sustituidos por máquinas o para optimizar, cada operario deberá tener limpio y desinfectado su lugar de trabajo haciendo uso de horas extras no remuneradas.

El mismo destino sentenciaron para el resto de empresas, industrias y comercios occidentales, ya que hasta la compra sale más barata por internet. Pero les salió la vena mesiánica y en pleno estupor etílico se pusieron manos a la obra a salvar el mundo.

La reducción de la jornada laboral a 4 horas permitirá duplicar los puestos de trabajo y reduciría el paro... La imposición de puestos laborales para ciertos  quehaceres también... Fijar las escandinavas remuneraciones máximas en base proporcional a las mínimas, para favorecer un reparto más equitativo de los ingresos...


Ahí intervine, planteando la siguiente reflexión (en base a sus planteamientos): Si vivimos en una sociedad de consumo de masas y la mecanización obedece a unos rendimientos de escala, cuyas inversiones solo son rentables si existe una demanda potente y fuerte, dentro de un mercado competitivo...  enviando a la calle a millones de trabajadores de todos los sectores, para producir más, y más barato ¿no conseguiremos cargarnos precisamente esa demanda, al bajar el número de consumidores, derivado del desempleo y por lo tanto, a largo plazo, reduciremos el mercado? 

El colega con residencia en Berlín, ya sea por los efectos de las últimas fases de la ingesta de alcohol o por un golpe de lucidez, profetizó de una manera rotunda, que sobra tanta gente por todas partes, que solo una tercera guerra mundial con una alta incidencia de daños colaterales, podría reparar el entuerto ¿o no se ha hecho así durante los últimos siglos?

Es ingeniero, solo lleva unos meses en Alemania, no quiero saber lo que piensa uno que lleve toda la vida.

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