Continuación de “Borderlines
II”
Pepe, se sentía muy
solo, el dicho “en el país de los ciegos, el tuerto es el rey” no podía estar
más refutado, el tuerto se muere de asco, porque nadie le hace ni puto caso.
Pero luego se lleva las ostias “¿dónde estaban los que veían?””¿Por qué no
dijeron nada?” y cuando respondes, “estaban viendo” y “lo dijeron”, los ciegos
se hacen los sordos, dando un grotesco espectáculo digno del esperpento.
Visiten cualquier bar de los que pueblan nuestra geografía y pongan la oreja…
¿Me equivoco?
-Los permanentes… los
niños se comen los permanentes… esto no es normal, hace unas horas que
hemos llegado y ya no quedan…
Pepe escucha sentado
en la reunión de monitores de la noche, podría hablar, pero calla.
-Pues los váteres están hechos una mierda, mañana que Pepe
coja a los de 11 años y que les meta una pasada…
Pepe piensa que antes
de enseñarles a limpiar un excusado, deberían aprender a usarlo primero, pero
algo le dice que los monitores son los primeros en no utilizarlos
correctamente.
-Lo de las tiendas ha sido un cachondeo, ¿dónde estaban los
monitores? Solo estábamos tres con los niños…
Pepe se muerde los
labios pensando, que de los tres que había, solo uno sabía montar una tienda de
campaña canadiense en condiciones, pero no podía porque el resto se estaba
robando piquetas mutuamente, ya que la revisión de tiendas no había sido tan
exitosa cómo se había presumido.
-¡Ye tío! Esta mesa está hecha un asco, porqué no nos
ponemos en la tres, es la única que está limpia.
Si, es la mesa de Pepe, pero él está tranquilo, tiene un
mecanismo para no tener que limpiar la basura de la reunión de la noche, debido
al comportamiento porcino del equipo de monitores.
-No, que hay que bajar los bancos de encima de la mesa.
Pepe respira
tranquilo.
-Y metedle dos collejas al cura de las pelotas, en temporada
de melones, cortos los sermones.
Pepe no sabe de qué
hablan, de la oración de la noche solo recuerda que dos brasileñas le hacían un
masaje de pies, mientras se hacía un mojito en una playa de arena blanca.
Un buen rato más
tarde, tras muchas quejas de deficiencias mentales sin acusar a nadie en
concreto, Pepe se dispone a hablar:
-¿Cómo vamos a solucionar estos problemas?
-Exagerado… ¿los niños se lo han pasado bien?
Se escucha un masivo
SÍ
-Pues ya está, fin de la reunión…
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