viernes, 29 de junio de 2012

Cosas de quesos


Andaba yo por la calle comiendo pomelos cuando de repente me entra la nostalgia balcánica, acudo con presteza a la tienda de productos del Este y me quedo observando los quesos... recuerdo que tras mi primer mes en Sarajevo habría sacrificado mil terneros lechales por un pedazo de queso manchego, amarillo, quebradizo y fuerte, sin embargo frente a mi tenía a un precio similar al  de Bosnia (3 a 5 euros el Kilo) un buen abanico de quesos, blancos, frescos... orientales, ideales para combinar en ensaladas, hacer hojaldres al horno dulces y salados, rellenos... soy idiota.

Me pasé dos meses menospreciando los quesos de la antigua Yugoslavia, buscando en tiendas de importación de Bosnia, Croacia, Serbia y Montenegro y ahora se me ocurren estas cosas... y las he hecho, ni siquiera sabía que se conservaban en sal y que para desalarlos se tenían que poner en remojo... y mira que es algo que podemos ver en todos los kebabs.

No se si es que soy idiota o está en nuestro carácter lo de despreciar lo que tenemos cuando lo tenemos y añorarlo cuando no, pero algo me dice que no solo lo hacemos con los quesos, y con el pernil... ya ni te cuento, aún recuerdo notar el aroma saladito de un buen jamón curado en el interior de mis fosas nasales cuando lo más parecido era un prosciutto roñoso a 100 kilómetros, tras cruzar ya la frontera croata...

Hace más de diez años, aun en mi niñez legal, la gente despotricaba de la educación y la sanidad, que si en Inglaterra, Portugal o Escandinavia eran mejores, que si en Holanda tal, si Austria cual, que si sushi, currywurst y otras chorradas, cosas de las becas Erasmus y el poder viajar... pero lo único cierto es que Europa y por extensión el mundo, está lleno de españolitos nostálgicos, no por apreciar más lo de fuera que lo de dentro, si no por que ya no hay más remedio que abandonar esta tierra injusta plagada de manjares y placeres  difíciles de encontrar cruzados los Pirineos, el Estrecho y más allá a saber, lo realmente triste es que ahora añoramos la educación y la sanidad de hace más de diez años cuando en teoría eramos mucho más pobres que hace cinco. 

miércoles, 27 de junio de 2012

Que viva Pakistán



Hoy me he levantado, he puesto la lavadora, he desayunado leche con galletas, he visto las noticias y me he bajado a la calle, el ascensor se ha parado en el 5º y ha entrado un señor con cara de pocos amigos "¿baja?", "Si" respondo, salgo a la calle y bajo un solecito interesante me cruzo con cientos de personas que tras detectar que las observo mientras caminan, disimulan mirar a otro lado, entro en la frutería de la que soy habitual y un amable paquistaní me saluda, me recomienda champiñones y manzanas y me garantiza que todo está muy bueno y muy barato, es la única persona amable que encima no me miente que veo hasta que acaba el día.


Champiñones, manzanas, peras, tomates, cebollas, limones, ajos, pimientos, col y perejil (comida para una semana) el pakistaní va pesando durante un tiempo las verduras hasta que llega un momento en el que solo finge pesarme la comida, ya que sabe que si me cobra más de 4'50 euros corre riesgo de que me pase a otra frutería que esté a menos de un cuarto de hora de casa, eso es primar la fidelidad y no lo de las compañías telefónicas. 

Me paso por el Caja Rural dónde el amable señor tras el cristal blindado me cobra una comisión de dos pavos por pagar el alquiler y los gastos de luz y agua (si pago el gas no como) por lo menos me actualiza a libreta, vuelvo a refunfuñar obligándome a cambiarme de caja.


Prosigo mi trayecto y me paso por el Mercadona, la gente vaga con la mirada perdida mientras cajeras y reponedores hacen honor al sistema taylorista, latón de atún, bandeja de filetes de pavo, pack de tres barras de pan, espinacas y bases de pizza congeladas, huevos, maíz, agua con gas, queso emmental, dos brics de leche y una tableta de chocolate, hago paciente la cola... 18 pavos con tarjeta y al carrito. 


Abro el buzón y me veo un sobrecito del dichoso banco y mientras voy en el ascensor leo como me van a triplicar las cuotas de la cuenta corriente y la tarjeta... llego a casa guardo la comida, saco la ropa y la tiendo en el "terrat", ventajas de vivir en un octavo, doy los buenos días al yupi que suele tomar el sol semidesnudo, que suele fingir que no existo porque le da vergüenza que le vean tomar el sol en tanga, me siento en el sillón y el presidente del gobierno me da los buenos días.


Si ya tenía los cojones inflados por la subida de las cuotas universitarias, los billetes de tren, el bonobus y el bonometro, la luz, el agua y el gas... ahora me anuncia que el IVA reducido y superreducido va a desaparecer por lo que los productos básicos (todo lo que he comprado menos el atún y el chocolate) van a  subir un 14% y los no tan básicos un 10 (o sea cultura y servicios) no se cómo voy a seguir sobreviviendo con 450 euretes pero seguro que podré, me repito el mantra "no le voté, tampoco voté al otro, ni a ningún otro que sea responsable de algo, no tengo la culpa, voté a los que tocaba"


Entonces entiendo porque el único que me sonríe y tiene pelotas de mirarme a los ojos es el pakistaní de la frutería.

Algo va mal


 Algo va mal, de Tony Judt: reseña del libro





Tony Judt en este libro intenta desglosar los orígenes, el desarrollo y la decadencia de la socialdemocracia en occidente, el trasfondo histórico comienza en el siglo XX, con la crisis del 29 y el advenimiento de los totalitarismos en países con regímenes parlamentarios, cruza la línea de la segunda guerra mundial y explica las reacciones de los partidos socialdemócratas ante el bloque soviético y su trasformación, la repercusión de la caída de dicho bloque en el Estado de Bienestar y la vorágine neoliberal que desemboca en la crisis del 2008.

En el primer capítulo observamos un análisis de los cimientos del liberalismo: la mano invisible, el provecho individual que se torna colectivo cuando todos lo siguen y la racionalidad de los individuos a la hora de tomar decisiones, intenta darle al altruismo y a la generosidad un rendimiento económico de cero utilizando este tipo de teorías clásicas para dotarlas de una apariencia poco ética al tiempo que le da más importancia a las diferencias salariales entre ricos y pobres frente a la renta per cápita, ya que una sociedad con más movilidad social implica una sociedad más justa, igualitaria y porqué no, más libre. Frente a estos argumentos tenemos enfrentados dos modelos liberales similares y radicalmente opuestos, el anglosajón y el nórdico.

Si bien la creencia en una planificación económica más estatalizada era vista como una solución ante el descontrol económico que desembocó en la crisis del 29, tras la Segunda Guerra Mundial, en la Europa occidental destruida por la guerra, la desacreditación de la fe ciega en un Estado todopoderoso y en un mercado incontrolado, dio pié al sistema mixto que hoy conocemos como socialdemocracia.

Si bien menciona los parches del laborismo británico durante un periodo de crecimiento como los sesenta y setenta, mencionando la construcción de “feos” bloques de edificios en los ensanches industriales, para almacenar a las capas sociales más desfavorecidas, dotando de argumentos a los neoliberales de la ineficiencia de la iniciativa pública, aunque gracias a este tipo de edificios de protección oficial miles de personas accedieron a la vivienda.

Los padres ideológicos del neoliberalismo: Von Mises, Hayek, Schumpeter, Karl Popper y Drucker. Para estos economistas austriacos, la intervención estatal bloqueaba la eficiencia de los mercados a la hora de asignar recursos, fabricar bienes y producir riqueza, tratando a los teóricos de las políticas contracíclicas como Keynes de “adivinos”, ya que se basan en predicciones de futuro que no tienen porque cumplirse. Friedrich  Hayek va más allá y defiende que del fracaso inevitable de la socialdemocracia debido a la ineficiencia de los mercados provocado por el intervencionismo estatal, deviene en el totalitarismo apoyado por las masas desilusionadas, si bien sus planteamientos no se cumplieron, estas teorías de la primera mitad del siglo XX  cuajaron durante los ochenta.

Durante el siglo en el que se forjó el liberalismo, el XIX, el choque entre el libre comercio y las libertades y derechos individuales siempre estuvo presente, ningún Estado occidental acepta como legal que se trafique con personas como si fueran mercancías, o que se pueda discriminar legalmente a una persona por sexo, religión o etnia. Pero sí que  entra a debate si ciertas instituciones públicas (de todos) que ha pagado y mantiene el Estado (todos) y que beneficia a los contribuyentes (todos) se privatizan porque no son rentables, cuando la rentabilidad de unas instituciones públicas que permiten a un núcleo grande de población  una sanidad, educación, una movilidad y una seguridad, a la que no podrían acceder sin su existencia se miden con patrones económicos a corto plazo, por personas que se han beneficiado y han prosperado gracias a estas instituciones, negar a las generaciones futuras de su disfrute es tan inmoral como negarle a un pensionista su pensión tras una vida de privación de excedente marginal de su salario, para gozar de estabilidad económica tras su jubilación.

El fin de la historia tras la caída del muro, la desaparición del bloque comunista presagiaba un futuro de victoria unilateral del sistema liberal frente a sus oponentes marxistas o totalitarios, una transformación del sistema mundial hacia una convergencia ideológica, que favorecería a los mecanismos internacionales de cooperación, una bonita máscara que cayó  con la reconfiguración corrupta y fallida de la mayoría del territorio del antiguo bloque del Este, y a los representantes políticos de la socialdemocracia occidental o se les identificaba maliciosamente con el comunismo o no se diferenciaban de la competencia política neoliberal, cuyo discurso triunfaba apoyado por la “historia”.

Es así como prácticas iniciadas por Reagan y Tatcher, de privatización y desmantelamiento del Estado de bienestar fueron seguidas por sus vecinos independientemente del color político del partido gobernante.

Pero en Europa del Este el debate era diferente, la esperanza de vida cayó casi diez años, ¿es preferente que unos empresarios corruptos dirijan una cleptocracia  a la que llamamos nación o el Estado fallido que teníamos? La respuesta en las urnas da que pensar, políticos autoritarios de discurso nacionalista captando a la población con discursos populistas. El fracaso de Estados basados en la economía de planificación centralizada no ha supuesto la desacreditación de la planificación económica como medio de equilibrar el reparto  de la riqueza en un Estado capitalista, pero eso no ha evitado cierta dejadez a la hora de planificar políticas contracíclicas en periodos de bonanza o de regular unos mercados que alimentan una burbuja de cuya explosión todos tenían conocimiento y cuyas consecuencias repercutirán a todos los niveles de la sociedad.

Una de las claves del triunfo del liberalismo, era la creencia en un Estado meritócrata, en el cual una persona pudiera prosperar económicamente, socialmente y profesionalmente sin importar su “status”, pero una igualdad jurídica es insuficiente a la hora de ejercer realmente la libertad y competir de acuerdo a tus posibilidades, ¿de qué sirve que una persona con potencial para ser un buen abogado y ganar mucho dinero, se desperdicie porque no puede pagar la carrera de derecho?

Si desmantelamos lo que realmente nos ha hecho libres y conscientes de nuestra libertad, lo que nos ha permitido  trabajar en tiempos de paro, curarnos en la enfermedad, envejecer sin recurrir a la caridad, movernos para conocer, estudiar, trabajar o “volver” sin encerrarnos en localismos estériles y nepotismo, por mucho que legalmente la libertad no se vea afectada, el camino trazado lleva a la desigualdad, la pobreza y a la opresión.

Tras la crisis del 29 y la Segunda Guerra Mundial, la necesidad de unión para reconstruir un Estado mejor y más justo cuando en Europa pocos tenían mucho y muchos tenían poco, dio a luz el Estado de Bienestar y el triunfo del laborismo en Inglaterra, del SPD en Alemania y de la socialdemocracia  en Europa occidental (con ibéricas excepciones), así como el New Deal en Estados Unidos, donde muchas de las instituciones públicas que aún funcionan surgieron de este periodo, incluyendo prestigiosas universidades públicas.

Pero los setenta marcaron un antes y un después, la llegada del paro a Estados Unidos hizo que la generación que se lucró con el New Deal, tuviera que pagar más impuestos, un coste “intolerable” que llevó a la  nación por sendas menos intervencionistas, a la desmantelación progresiva de infraestructura pública, olvidando que esa generación, la única generación que se lucró de esas políticas fuera la que acabara con ellas. Mientras que con las sociedades que vivieron guerras y reconstrucciones de dimensiones gigantescas tuvo su esplendor la socialdemocracia, la que se crió en paz, bajo una apariencia de estabilidad y bonanza perpetua dio lugar a las políticas neoliberales y de desregulación económica que han desembocado en la crisis del 2008.  

Observamos que medidas cómo subir los impuestos, tributación progresiva o prolongar la edad de jubilación aterran a la ciudadanía, pero el gasto de sumas astronómicas para salvar entidades privadas cuyo único objetivo es el lucro o el costoso gasto militar para intervenir en lejanos países, es visto con naturalidad.

La disconformidad con lo políticamente correcto, con el sistema político, con el establishment, con la burbuja imperante etc. es marginada. Los grandes debates se dejan en manos de laboratorios de ideas que dejan entrever pocas opciones en los medios de comunicación mientras que el gran abanico de posibilidades queda en la más remota marginalidad académica, pese a que históricamente ha sido así, cuando una idea cala en la sociedad, ya sea política o simple reivindicación de derechos sociales, que van desde el sufragismo, hasta el fin de la discriminación por color de la piel, religión u orientación sexual, una sociedad concienciada y movilizada ha bastado para cambiar las cosas.

La solución está en manos de las nuevas generaciones, de los jóvenes, pero el autor obvia que la mayoría de los votantes en occidente tiene más de 40 años, por mucho voluntariado o implicación en asociaciones u organizaciones, la ausencia de militancia política de gente concienciada con los problemas de la sociedad, implica dejar en manos de mediocres y desalmados el futuro del Estado. La apolitización de la gente válida es el gobierno de los no válidos.

En un periodo de globalización económica y social, en el que las diferencias entre ricos y pobres se dispara, puede parecer que pensar a nivel regional, es pensar en pequeño, pero incluso los teóricos del liberalismo nos hablan de sus peligros, los oligopolios y monopolios, capaces de imponer una oferta, un precio fuera del de mercado debido a la ausencia de competencia, la cual, si existiera puede ser fácilmente engullida por la diferencia de tamaños y capitales. Sin una legislación adecuada, sin una protección política del ciudadano medio, si servicios básicos y vitales públicos, dejan de serlo y caen en manos de corporaciones cuyo único objetivo es el lucro privado, ¿Qué pasaría con la educación o la sanidad si en vez de ser universal y gratuita se valorara en función de “cuantos servicios puedas pagar recibirás”?

Volvemos a la situación del final de la era victoriana, el Estado ha de intentar reparar los desajustes sociales que un mercado desregularizado ha creado. El ferrocarril nos es presentado como agente inmutable de nuestra era, símbolo de pasado y de futuro, así como su pariente el metro y el resto de transportes públicos cuya privatización y búsqueda de beneficios económicos en su gestión, fomenta la marginalidad de las regiones mal comunicadas y el descalabro medioambiental de las autopistas. Es en este aspecto cuando la socialdemocracia aparece, no como la mejor opción, si no cómo la única opción de pasado y de futuro para el bienestar de todos.

Conclusiones:

El autor intenta mostrar el gran valor que ahora tiene un Estado, sea grande o pequeño para el bienestar de los que en el habitan y cómo un Estado democrático ineficiente con unas políticas mediocres puede ser el mejor aliado para una población en crisis y debido a esto a nivel regional haré mis conclusiones.

Nunca en los últimos 50 años un sistema autoritario ha sido tan innecesario cómo lo es ahora, cuando en periodo de bonanza no ha habido políticas contracíclicas ni una mejora en la fiscalidad y reparto de la riqueza, cuando la desregulación y descentralización era aplaudida por todos, el problema está en la ciudadanía,  más que militante, en su mayoría o es Hooligan de un partido de masas o está despolitizada, los engranajes de la democracia que realmente nos hace libres, por el solo hecho de ser humanos, nunca habían sido tan desconocidos por sus beneficiarios, los programas electorales han pasado de ser hojas de ruta que un gobierno debía seguir a simples declaraciones de intenciones, sin penalización en caso de incumplimiento, los sindicatos y la patronal han perdido su condición de lobby de las clases medias y bajas, al tiempo que partidos y sindicatos reciben infames subvenciones estatales desconocidas por la población implicando una mayor importancia del voto a la militancia.

Mientras la sociedad intenta modificar el Estado de derecho mediante concentraciones, manifestaciones y pequeñas huelgas, hemos olvidado que lo realmente importante es la soberanía, la delegación del ejercicio de la misma es lo que crea y cambia gobiernos, Estados y políticas, en una democracia que aspira a volver al camino socialdemócrata, la militancia en partidos es crucial para que los mismos representen realmente a la sociedad y depuren a los que no lo hacen, pero frente a la desgana ciudadana de conocer el sistema que les ampara, los desmanes se han hecho patentes, mínimo personal en control de aduanas, mínimo número de jueces e inspectores de hacienda por cada cien mil personas, han hecho del fraude y la corrupción el peor enemigo de nuestra economía y del Estado regulador, su único aliado.

Pero sin una implicación activa de la masa soberana en el depósito de la soberanía, el ejercicio de la misma no beneficiará a nadie.

martes, 26 de junio de 2012

Me voy a plantar un pino



Hace poco tuve el placer de realizar un bonito y verde trayecto en tren, el Gandía-Valencia, un trayecto que llevo haciendo desde que tengo uso de conciencia, cuando era pequeño y viajaba con billete infantil, veía cada dos o tres minutos algún "coche carraco" o algún "yayo" trabajando la huerta, "negritos" ayudando a recoger naranjas... en fin, la cosa ha cambiado.

Ya no vi ningún "yayo", los árboles rebosaban follaje por podar y millones de manchas marrón verduzco junto con hierbas escondían los "caballons" y los goteos si los hubieren, excepto en las plantaciones de arroz que van desde la Albufera al Xúquer, la actividad agraria era nula.

Llego a Valencia y me encuentro carteles por Benimaclet y la universidad de "salvem l'Horta", otros con labradores de "defensem la cultura" y cosas similares, a lo largo del día me cruzo con cientos de moralinas con patas, algunas greñudas, otras gafapastas y otras con uniforme clásico, odio que me encasillen, pero porque soy dificil de encasillar y quiero creer que es así, pero es que ellos lo ponen a huevo.

La agricultura es algo que me viene de familia y por ello estoy familiarizado con ella, no concibo dedicarme a la tierra y espero ganarme la vida por mi vocación y no por mi herencia, no obstante si algún día eso ocurriera (lo de trabajar de lo mio) nunca echaré las plantaciones a perder.
Pasear entre huertos sobrecargados de nitratos es muy agradable, pero no dejan de ser propiedades privadas por mucho que se abandonen, un huerto sin agricultor no tiene razón de ser, pero si hay algo que siempre tendrá razón de su existencia con o sin nosotros, serán nuestros parajes naturales y sus frágiles ecosistemas.

Disfruto del senderismo, disfruto de caminar por ríos, valles y montañas al tiempo que algunas construcciones humanas se cruzan a mi paso como testigos residuales de nuestra presencia en el pasado, me encanta gorronear a la naturaleza sus golosinas silvestres, preferiblemente higos y moras, pero los incendios... lo joden todo, no apelo a la naturaleza como pulmón del planeta, como ecosistema de biodiversidad o como riqueza paisajística, apelo a la naturaleza para mi disfrute y descubrimiento de la misma mediante una actividad lúdica que es el senderismo... que por cierto, es graaatis.

Cuando veo las montañas en roca viva que se van extendiendo desde la Valldigna a la Marina y los paisajes quemados, me entran ganas de cargarme todos esos huertos (incluyendo los propios) plantar arbolitos y plantitas típicas de los paisajes cercanos y trasplantarlos dónde se han perdido, aunque tenga que subir sacos de tierra a "les tres creus", eso sí que toda esa panda de urbanitas me eche un cable, que seguro que algún biólogo licenciado, algún agrónomo e ingeniero de montes (o como se llamen) hay pregonando lo malo que es el calentamiento global a través de su blackberry o su aparatito de Apple, o mejor, montamos una ONG de "okupas por el por el boske" que seguro que así se mete más peña...ya que si lo hago yo solo estamos apañaos.

Mañana se me habrán olvidado todas estas chorradas y me preocuparé por las ballenas-pony, hasta que vuelva a subir en el tren o me ponga las chirucas... en fin, me voy a plantar un pino.

lunes, 25 de junio de 2012

De ciudadanos, súbditos y tiranos (parte II)


La revolución porcina ha comenzado, hoy me han llamado españolista, véase nacionalista español… y es que algunas cosas se confunden oiga, a mi las banderitas me molan no lo voy a negar, siento curiosidad del porqué ciertas sociedades humanas acaban identificándose con algo que básicamente es un trapo en un palo, ¿o es que a caso los franceses son rojos, blancos y azules? En ese caso serían como holandeses, rusos, eslovenos, serbios… o es que acaso el rojo significa la sangre… pero no tiene porque ser de tu enemigo, a lo mejor es del paño de la parienta menstrual, en fin esos trapos que llamamos señeras o banderas tienen el valor que cada uno le quiera dar, españolista…

Pues bien me siento a gusto de haber nacido en España y no en Ruanda, pero no estoy orgulloso ni de mi país ni de mi nacionalidad, de hecho estoy bien asqueado de las dos, pero si hay algo que creo que vale la pena defender, es el Estado de derecho, la democracia, la sociedad del bienestar en un marco de convivencia en un espacio cultural rico y más o menos próspero y sobretodo tolerante, porque cuando los hablantes de una lengua ponen barreras a los hablantes de otra en un mismo espacio de convivencia, los resultados suelen ser feos, o sea la discriminación de una de las partes, y es que a veces nos olvidamos de que el Estado de bienestar ha de gestionar y promover básicamente el bienestar y para eso ha de haber paz social, convivencia interlingüística e integración de las partes en un espacio común.

El problema es cuando malinterpretamos la palabra “integración” con “sometimiento”, muchos regímenes en España lo han hecho y obviamente no lo han conseguido, he dicho “sometimiento”, no “exterminio” que son palabras bien diferentes y con una carga emocional distinta, podría ponerme a dar ejemplos de las hazañas del nacionalismo orgánico en la Europa del siglo XX, pero lo dejo para otra entrada, lo que vengo a decir es que para que exista convivencia en una sociedad plural ha de haber un entendimiento mutuo y un sentimiento de ciudadanía común (me refiero a algo más lógico que el hooliganismo patriótico de ciertos sectores) básicamente son las ganas de prosperar, comer,  procrear, hablar, asociarse, votar, estudiar, beber, trabajar… y para que eso exista sin enfrentar a la sociedad, mediante la creación de artificiales divisiones étnicas debe existir bilingüismo, no entendido como la capacidad de los individuos de hablar diferentes lenguas con indiferencia, que también, si no de entenderlas y asumirlas como parte de la cultura de uno, sin necesidad de cambiar de registro.

Hay quién dice que cuando uno renuncia a su lengua materna para comunicarse está subyugado, yo soy de los que opina que sencillamente se está comunicando, pero que si no hay necesidad de cambiar de registro… mejor, todos felices, contentos y a tener hijitos bilingües y que también sepan inglés.





De ciudadanos, súbditos y tiranos (parte I)



La democracia es un sistema más perfecto de lo que parece, el problema está en que no nos la merecemos, me vienen a la cabeza imágenes impresionantes, los parisinos tomando la bastilla, las ciudades del norte resistiendo a los carlistas, gentes escalando las capitanías generales en “la Gloriosa”, incluso patriotas cubanos ocupando La Habana, todos timados y traicionados. Ignorantes.

Al parecer después de haberlo perdido todo montando una revolución, se te quitan las ganas de seguir luchando a corto plazo, hablo de historia, yo no he vivido ninguna.
No se cuanta gente perdió la vida para que yo pudiera gozar de un Estado de derecho, libertad de asociación, reunión, política, derechos sociales y esas cosas que pensamos que una vez puestas en un papel, se mantienen solas.

Es interesante observar, que en un Estado sumamente descentralizado como el nuestro dónde ayuntamientos bananeros tienen más competencias que el mismísimo gobierno, la corrupción ha  podido llegar a niveles tan divertidos.

La teoría es simple, “acercamos la toma de decisiones mediante la cesión de competencias para hacer a la ciudadanía participes de las mismas” lo que no nos dicen es que más cercanía con el poder implica más responsabilidad para con el mismo… pero es que eso de la responsabilidad individual de la cosa pública… nos suena a cuento chino.

Solo nos interesa el poder cuando nos toca directamente las pelotas, mientras tanto “que cadascú panye” aplaudíamos como focas cuando el president de turno nos venía con “ahora nuestra comunidad goza de más competencias y autogobierno”. Solo algunos abogados vagos  se encabronaron, “si no teníamos suficiente con el BOE de las pelotas, ahora tenemos 17 BOEs más que estudiar” la ciudadanía solo pensó “¿qué coño es el BOE? Me da igual” y así es como empieza el maravilloso mundo de las autonomías, no contentos con una constitución que  no fija las competencias regionales, cada cuatro años nuestros gobernantes se empeñan en apelar al constitucional nuevos regalitos de los reyes magos, porque es lo que son.

Yo voto y cumplo con mis obligaciones como ciudadano… ¿seguro? ¿Cumples con la ley? ¿No defraudas a hacienda un poquito? ¿Nunca has mentido sobre la edad de tus hijos para gozar de descuento en la RENFE? ¿Nunca te has aprovechado de las recetas de la abuela?¿O te has metido diesel subvencionado en tu coche particular?¿recoges las caquitas de tu chucho o lo sueltas por la playa? ¿Nunca has hecho botellón? ¿has meado en la calle? ¿te has beneficiado de alguna subvención o beca que no necesitabas? ¿nunca has trabajado en B? ¿has utilizado el sistema sanitario público para escaquearte de tu trabajo? Podría seguir así horas hasta poder coger por banda al más meapilas.

Y no es que solo faltemos a nuestros deberes cívicos, es que admiramos a los que se limpian el culo con nuestro código penal, incluso delegamos el ejercicio de nuestra soberanía en ellos… varias veces. Y ahora, la joven democracia española convertida en la cuarta economía de la zona Euro (por número de cazurros en el corral, que no por meritos propios) amamantada por todo tipo de ayudas internacionales a la convergencia regional…

mostramos al mundo nuestras vergüenzas. Es más fácil decir lo bueno que lo malo “podemos votar, tenemos un huevo de derechos cojonudos, unos deportistas muy guays, muchas ONG’s que se preocupan por las miserias del mundo, playas y un rey que caza elefantes…” para todo lo demás, Telecinco.



domingo, 24 de junio de 2012

bienestar y otras epidemias del siglo XXI

El bienestar... ¡Oh! gran virtud heredada del siglo XX, acostumbrado a ir al cole, al insti, a la facultad, volviendo todos los días a casa y tener la cena hecha, mmm "acábate la ternera" "la merluza es muy buena para estudiar" "tomate el actimel", volviendo todos los fines de semana y festivos al pueblo, cenar con los colegas una pizza, salir, unas birricas, volver tarde a casa y así dos o tres días a la semana. Que tienes que moverte, le robas el coche a tu madre que la gasofa corre por su cuenta, que un colega se va de Erasmus... vamos a visitarlo. Sales de clase... un cafelito, sales de la biblio... una coca cola.gana el PP, gana el PSOE, gana el PP... no les he votado, pero que más da. Que ligas en la disco a 8 euros el cubata, te pillas el coche de papá y te vas a la segunda o tercera residencia... la que esté vacía, que hay que vivir la juventud, que vida, ¡NO! que vidorra.

Pero un día te levantas y la familia no es el colchón de nubes que era, el progenitor X ha rehipotecado casa, los ingresos de la empresa familiar ya no son lo que eran, al progenitor Y el gobierno le ha recortado el sueldo, la tensión aumenta, los valores tradicionales de la familia se derrumban conforme la fachada de una familia feliz implosiona, ahora el colchón eres tú, pero más que un colchón eres un saco de boxeo, parece ser que la irresponsabilidad familiar se funde con la tuya propia y todos los grandes problemas son responsabilidad de uno mismo. Decides huir.

Entonces otro día te levantas feliz de haberte escaqueado de tanto rollo y te encuentras psicológicamente más estable, haces la compra, te haces la cama, limpias casa, estudias, pero al día siguiente ocurre algo... no hay dinero.
Entre los dos progenitores tienes unas entradas de unos 450 euretes, cantidad nada despreciable pero... 200 de alquiler, más de 90 en gastos, te dejan con menos de 200 para vivir, visitar a la familia y amigos los fines de semana deja de ser rentable, salir de fiesta empieza a ser impensable, los cafés ahora se tienen que hacer en casa, comprarse los libros de clase se transforma en la servidumbre del sistema de préstamos, y reprografía un lujo, los amigos empiezan a mirarte raro... apareces después de que cenen en grupo, no te haces cubatas y no puedes entrar a lugares en los que se tenga que pagar para entrar, te encierras cada vez más en ti mismo y los amigos poco a poco dejan de llamar. La carne roja y el pescado azul son un recuerdo, te das cuenta de que eres casi vegetariano y sin los latones de kilo de atún y el entremuslo de pollo en bandeja, las deficiencias proteínicas te dejan débil.

La ropa empieza a venirte grande, ¡Gran noticia! estás adelgazando, pero no tienes dinero para ropa nueva, la caridad te permite no parecer un payaso, la caridad te permite comer carne, pero los modales de colegio privado desaparecen y un ansia incontrolable hace irreconocible al jovencito del cual se burlaban por pelarse gambas con cuchillo y tenedor. 

Llegar a final de mes sin pérdidas es un logro, pero cualquier necesidad básica, impago, gasto extra puede romper el delicado equilibrio entre comida y gastos, sustituir unas gafas, un curso de libre opción, un libro, una cena especial de 12 euros con tu pareja o unos zapatos, pueden suponer un error fatal, pero pedir ayuda a tus progenitores puede ser utilizado por ellos como arma en sus peleas y juicios empeñados en su destrucción mutua física, psicológica y penal.

Si pensabas que los problemas familiares iban a desaparecer, te equivocabas, aumentan, el hecho de no estar con ninguno de tus progenitores implica para las familias que estás con la otra, y notas una hostilidad, un silencio incómodo y un tratamiento más distante cuando antes eras el hijo predilecto que pueden acabar mal. Todo es culpa de uno por abandonar el nicho.

Descubres el valor de las cosas que antes veías como normales, pero pierdes el valor por la vida misma, sin esperanzas, el jovencito felizón y optimista desaparece, sabes que cientos de miles de tus conciudadanos de tu edad se cambiarían por ti, aumentando el asco y el desprecio que sientes por ti mismo, recuerdas los días pasados más luminosos, más verdes, más felices, mientras que un gris espeso parece monopolizar el paisaje. solo deseas ánimos, contacto humano, una locomotora en la que engancharte para que por lo menos tu vida académica marche como antaño, pero la soledad impera en la universidad, tus amigos y conocidos han desaparecido, abandonando la carrera o engullidos por el plan Bolonia. El gris imperante te transforma en una sombra de lo que eras. 

La confianza que  tenías con la humanidad, de la que tantos se aprovechaban y se aprovechan, prosigue de cara al público, pero una vocecita interior te hace desconfiar incluso de las personas que más quieres, convirtiéndote en un auténtico sociópata, volviéndote loco en los momentos de soledad, no vives, sobrevives, te cambias a un piso más económico y vas rectificando los errores típicos de un mantenido virtualmente emancipado, los días paulatinamente se hacen menos lúgubres y el aire menos espeso, te estás acostumbrando, tus aspiraciones no son las que eran... pero oye, vuelves a tener, la cena y el cine con tu pareja ahora son un helado en el centro para dos, pero el hecho de esperar impaciente a que llegue ese momento, hace que te des cuenta de que te hace más feliz que el mejor de los lujos.

Aunque ese sociópata, desconfiado y acomplejado ahora forma parte de tí y los problemas de toda índole te siguen acosando, sabes que no puedes caer más bajo, pese a que por las noches sueñes lo contrario, lo que hace que te lo tomes con otra filosofía, te sientes como el Coliseo, una ruina solitaria indestructible, pero que de vez en cuando necesita una ayudita, el ladrillo, no es piedra y esta no es mármol, pero si aguanta, bien recibida y bonita es.






Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...